Sharon, ¿el guerrero?

Ariel Sharon (1928-2014) ha muerto después de ocho años en coma. El instigador de la masacre de los campos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila, el impulsor de la guerra de Líbano, el provocador de la Intifada de Al-Aqsa. El guerrero, como el mismo se denominó en su autobiografía. Ha muerto el constructor del Muro del Apartheid, el diseñador de fronteras, el estratega, el verdugo, el carnicero y el traidor con el desmantelamiento de las colonias israelíes en Gaza.

Sharón, como experimentado sanguinario y militar, aplicó los conocimientos estratégicos a sus mandatos políticos y arriesgó su imagen de halcón en el desalojo de la Franja de Gaza, sabía que buena parte del éxito de la consolidación del Estado de Israel sería fijar unas fronteras duraderas y consagrar la dicotomía entre una exigua Palestina en Gaza, banco de excusas y recursos electorales y militares así como afianzar la absorción de Cisjordania. Sharon definió la estrategia final con la que un Estado judío hubiese sido posible. Exprimió al límite la impunidad que le prometieron Europa y EE.UU. para ensayar su nuevo mundo y bordeó el precipicio judicial.

Como bien explica la presidenta de Al-Quds, Sharón inauguró una nueva era, la era de la impunidad de Israel en el mundo. Garantizar impunidad, garantiza la inmunidad a la historia, esa que refleja la verdad y la mentira, la realidad que encuentra contexto, perspectiva y ciencia, aquella que se ha de enfrentar al juicio por sus actos. Sharon se marchó entre las lágrimas de aquellos que lloraron la muerte, no hace mucho tiempo de Nelson Mandela, llevando la hipocresía al límite en el que nos tienen acostumbrados. Sus víctimas, lejos de desear venganza o sentir alivio, sienten como otro más se va de rositas al infierno.

Es por eso que el mejor homenaje que se le puede hacer a Sharon es condenarlo a la larga lista de criminales de guerra. No como guerrero, que es como él quería ser recordado, sino a la altura de las grandes verdugos de la historia…. y seguir haciendo lo que nunca les gustó a estos asesinos, recordar a sus víctimas.

Con el BDS en auge y el creciente aislamiento de Israel al nivel internacional, la muerte de Sharon puede suponer el cierre definitivo de un capítulo que dará carpetazo el empecinamiento de Kerry. John Kerry, el Ilusionista, el visionario, el que ve una oportunidad donde nadie la ve. Ni la espera, ni la quiere, en especial sus socios israelíes. Puede que las declaraciones del ministro de defensa, Moshe Yaalon, no hayan sido un simple Dejavú, sino que busquen ocupar el lugar que ha dejado Sharon, ese que renegó de Camp David y las Conversaciones de Paz cuando un Estado palestino era posible. Ahora que no lo es, que esto llegue al vórtice de lo absurdo o suponga una nueva era dependerá de la paciencia de la administración Obama, de su capacidad para aguantar desplantes y sostener, con el espaldarazo de la UE, el sistema racial más perverso jamás creado.